LA ANGUSTIA DE NO VERTE

 Habían comenzado las clases en la facultad de derecho de la nueva universidad, todos desconocidos, de distintos estratos, pero de miradas tiernas, esas que solo se encuentran en las provincias. Paul había ganado una beca por desempeño deportivo, era un jugador de futbol amateur reconocido, indispensable para que la selección de la universidad no siga haciendo papelones. Matilde era delgada, siempre blandiendo su sedosa cabellera negro azabache y dibujado en su rostro una sonrisa sempiterna. Javier es policía, enorme y musculoso, cara afable y deseoso de colaborar con todos. El tiempo nos reuniría para ser grandes amigos. Con Paul veíamos a lo lejos a Matilde, el me ocultaba un amor en ciernes, en sus adentros la deseaba e imaginaba suya, con el tiempo llegó a ser su esposa. Llegue a conocer a Gabriela la hermana del policía Javier, de quien me quede profundamente enamorado, pero ella se fue a Tel-Aviv, Israel dejándome triste y alborotado por los pequeños ósculos que nos regalamos. Los días habían transcurrido entre clases de derecho romano y copas de ron que compartíamos en la plaza de San Cristóbal; también, en la casa de Lenka, una robusta dama encantadora que ofrecía sus aposentos para bailar, reír y disfrutar de esa hermosa etapa que siempre es la vida universitaria, ella lamentablemente perdería la vida joven, no sin antes disfrutar de los labios del famoso Montaner un joven Don Juan que por su carisma conquistaba a la dama que deseara. Todo ha transcurrido tan pronto que pareciera la vida siempre efímera, corta y cortísima. Todos realizando sus vidas, pero siempre recordando esos momentos mágicos que pasamos.