CON CARIÑO PARA MIS COMPAÑEROS

 

Claro está que el tiempo que pasamos trabajando en una institución es demandante, y nuestra existencia convive con ella. Pues todo tiende a convertirse en rutina, mismo ordenador, silla y escritorio, propio orden o desorden como se quiera ver. Lo cierto que sin quererlo formamos parte de una familia, donde hay padres o jefes, hermanos mayores y menores, buenos y malos, pero al final formamos parte de esa inexorable familia. Lo que ha pasado en el Perú, es que no se ha entendido el sentido de familia institucional, entonces el personalismo cunde, todo para mí y solo para mí. Por deducción el compañero de trabajo se convierte en un competidor, a quien le muestras los dientes con cortesía, pero en el fondo es alguien a quien vencer, institucionalizándose las falsas amistades, elogios panegíricos, muestras de cariño y afecto, de lealtad e incondicionalidad en gran medida engañosas por decir lo menos. Pero no todo está perdido, como cuando Pablo se cayo del caballo en su camino a Damasco a perseguir Cristianos, se dio cuenta que su labor debía ser predicar la palabra en la fe de Jesucristo. Existe una corriente de pensamiento que revoluciona el sentido de la existencia, que es: "solo una vida vale la pena vivirla si se ayuda al prójimo". La unidad como valor hay que rescatarla, por que reza en la antigua bandera "unidos todo". Los dedos de la mano cuando se juntan pueden tener la fuerza de derribar al oponente. Pero la lucha no es externa siempre es interna, tenemos que aprender a sanar heridas, a perdonar y perdonarnos,  desterrar la envidia, a aprender a aplaudir el éxito ajeno, a disciplinarnos y a ver la vida con optimismo. Siempre hay personas valiosas, y tengo la convicción que las he encontrado, por que los guardo en mi recuerdo con gratitud y cariño. Recuerden que siempre es mejor decir todo está maravilloso...Todos son extraordinarios.

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